Huyendo

septiembre 9, 2013

Nos perdemos en la miseria, no me veo entre tanta mierda. Mis sueños, esperanzas; mis todos han muerto y no los puedo recuperar. No sé quién soy pero, ¿alguna vez lo he sabido? Somos polvo, polvo de estrellas, polvo de sueños, polvo de hadas, azúcar en polvo. Nuestros corazones se contraen a tempo de tango. Instantes, sensaciones, momentos. Recuerdos. En el fondo, no somos más que un recuerdo en la mente de alguien. Morimos cuando nadie nos recuerda. Somos una orgía de sentimientos descontrolados, muñecos de trapo que se balancean en el abismo. El tiempo nos controla y nosotros no podemos controlarle. Intentamos huir, escapar de él, pero nunca podemos.
 Nosotros, que en nuestro tiempo fuimos grandes, que fuimos héroes, no podemos parar de crecer y madurar y sentir y... Y ninguno de nuestros esfuerzos hará que esto pare. Solíamos cazar monstruos, atraparlos entre nuestras propias garras y hacer que fuesen ellos los que tenían miedo. Nos volvíamos los depredadores y ellos las presas. Presas castigadas a manos de la justicia por crímenes que con toda certeza habían cometido. Sin remordimientos. Tan sólo cumplíamos nuestro trabajo.
 Pero ahora todo esto ha acabado. Hemos renunciado a nuestra efímera carrera llena de adrenalina y sensaciones, y miedo y no saber por qué coño lo hacíamos, pero hacerlo de todas formas. Una carrera que debilita a cualquiera, que nos ha convertido en ancianos en cuerpos de jóvenes. Tus manos en mi espalda, las mías en tu pelo. Me pierdo en tu mirada y recuerdo tu recuerdo, recuerdo que mi sueño, mi profesión, futura carrera y vocación eras tú. Y por eso no encuentro mis todos entre tus pestañas. Te recordaré aunque nadie más lo haga.


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